Macario Matus a los ochenta
Gerardo Valdivieso Parada
Solía decir que el día de su cumpleaños era el peor para celebrarlo ya que todo mundo ya había tomado y comido el 31 y el día primero de enero, y para celebrar su santo el día dos de enero ya nadie tenía ganas.
De sus sabios consejos me quedan el tomar alcohol sólo después de las dos de la tarde y comer en abundancia a la hora de tomar la copa para mantener la ecuanimidad el mejor tiempo posible. Leer en voz alta los poemas, incluidos los versos en algún idioma extranjero, para escuchar el ritmo del poema.
A él le debo mi pasión por la poesía, a través de él comencé a leer a Carlos Pellicer, José Carlos Becerra, Pier Paolo Pasolini y tantos otros poetas.
Cuando ya vivía autoexiliado en México lo entrevistaba con cierta frecuencia por teléfono a las siete de la mañana antes que iniciara su jornada laboral, las veces que le pregunté sobre la COCEI me había dicho que había sido el único director de la Casa de la Cultura que no había metido a los partidos políticos incluida la organización en sus instalaciones, señaló a Víctor de la Cruz de haber metido a la Coalición en el Liidxi Guendabiaani’. Pero existen pruebas que fue envuelto y arrobado por la lucha popular y sus dirigentes, escribió algunos poemas a la organización e incluso a un expresidente municipal.
No olvidaré mi visita con él y el maestro Delfino Marcial Cerqueda a la cantina Salón Palacio, un lugar donde se reunían los periodistas de los periódicos nacionales ubicados en las cercanías. Apenas se sentó empezó a alburear con uno de los meseros, que dijo había mantenido relaciones sexuales con un reconocido pintor juchiteco. Al servirnos la comida no quiso comer la carne, aduciendo que sus dientes ya no podían masticar la carne dura “ahora ya como puro cachete” me dijo. Coincidentemente en una parte de la plática se le cayó un diente frontal, rápidamente lo recogió para colocarlo de nuevo en su lugar, indicándome que guardara silencio para que no se diera cuenta Delfino.
Existen un sinfín de anécdotas alrededor de Macario, desde la que contó Natalia Toledo, cuando le quiso presumir que era amiga de Pita Amor, a quién quiso saludar efusivamente abriendo los brazos y gritando ¡Pita Amor!, pero la poeta ya vieja y desquiciada, lo rechazó diciendo con su voz ajada “¡quítate cerdo, no te conozco!”, hasta que una vez para terminar una discusión con una vecina molesta se bajó los pantalones mostrándole el trasero.
Su compañero y amigo de juventud con el que inició la revista Neza Cubi, le envidiaba su facilidad de palabra y genialidad con la cual se le recuerda siempre, sin embargo muy pocos conocen su obra que el año pasado se editó una antología de sus poemas, aunque su obra en prosa también es vasta nada más en su sección Erotomanías del Sábado de Uno más Uno escribió cientos de relatos cortos y otra tanta inédita.
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