El paso por el Istmo de Tehuantepec o corredor interoceánico demanda de los países poderosos
Gerardo Valdivieso Parada
Promocionado como un nuevo modelo de desarrollo, la conexión de los dos océanos a través del Istmo de Tehuantepec es tan viejo como la ambición de las naciones poderosas por controlar el paso.
Desde la invasión española en el siglo XVI, el emperador Carlos V le pidió a Hernán Cortés que buscara un paso que conectara a los dos océanos en el nuevo continente. Cortés le informó al rey que no existía tal paso. Inconforme con la respuesta, ordenó una expedición que desmintiera o confirmara el dicho de Cortés.
A finales del siglo XVIII, el sabio Alexander von Humboldt luego de su expedición por el continente, recomendó tres pasos para conectar los dos océanos: Panamá, Nicaragua y la Nueva España a través de su istmo. Con las herramientas de su tiempo, Humboldt no recomendó un canal por Panamá por la desnivelación de los dos océanos, ni en Nicaragua por las montañas que la atravesaban, recomendaba que el paso ideal debería ser en el Istmo de Tehuantepec que tenía las mejores condiciones.
En 1842, el presidente Antonio López de San Ana concesiona abrir un paso por el Istmo a su compadre José Garay. Santa Ana consideraba que los dividendos por comunicar los dos océanos sacaría al país de la bancarrota. Al no encontrar socios para el proyecto la concesión fue vendida a dos ciudadanos ingleses.
En 1948 luego de perder la guerra de invasión de los Estados Unidos, los negociadores del tratado Guadalupe-Hidalgo -en la que se entregó la mitad del territorio mexicano- se opusieron a la entrega de la Baja California y la exigencia del invasor de quedarse con el Istmo de Tehuantepec. Los negociadores mexicanos adujeron que no podía entregarse ese territorio porque estaba concesionado un paso a los ingleses.
Para 1953, los Estados Unidos volvieron a insistir en que se le entregara Baja California y se recorriera la frontera más al sur para poder construir un ferrocarril que conectara a las ciudades del oeste con las nuevas tierras del este. Volvieron a insistir con la entrega del istmo. El gobierno mexicano resistió las amenazas del vecino invasor que ya había apostado sus tropas en la frontera, y para calmar los ánimos de los gringos se les vendió La Mesilla.
En 1957 ante el desacato a la nueva Constitución por parte del clero y los conservadores, explota la guerra de Reforma. Para 1959 la situación era crítica para el gobierno liberal encabezado por Benito Juárez. Aunque la nueva Constitución liberal lo reconocía como presidente, en la capital del país -luego de la renuncia de Comonfort-, Félix Zuluaga encabezó un gobierno de facto que era reconocido por los demás países. Juárez que instaló su gobierno en Veracruz reportaba puras derrotas ante el bando conservador, además Miguel Miramón planeaba un nuevo ataque ya no sólo por tierra sino por mar, flanco por la que el gobierno de Juárez estaba débil y era seguro que en este nuevo intento Veracruz caería en manos de los conservadores. Ante esta desesperada situación, Melchor Ocampo, planeó una alianza militar con los Estados Unidos a través del tratado McLane-Ocampo, que incluía el primer tratado de libre comercio, tres corredores para el tránsito de mercancías y tropas a través del territorio mexicano, siendo el tercer corredor en el Istmo de Tehuantepec. El tratado fue aprobado por los dos presidentes Buchanan y Juárez, pero no fue ratificado por el Senado Norteamericano en donde la mayoría de los senadores proteccionistas rechazaron las desventajas de un libre tránsito de mercancías. El tratado logró salvar al gobierno de Juárez, cuando buques americanos socorrieron a los mexicanos en el ataque de barcos que rentó Miramón a Veracruz.
Finalmente a finales del siglo XIX se construyó el paso que comunicó a los dos puertos de ambos océanos a través del ferrocarril que inauguró Porfirio Díaz. La construcción de un corredor que conectara de forma integral a los dos océanos y compitiera con el canal de Panamá, quedó solamente en el discurso a lo largo del siglo XX y en megaproyectos que tuvieron diferentes nombres pero redactados desde las oficinas de los grandes poderes económicos, que no lograron aterrizar a finales del siglo XX y a principios del siglo XXI en los gobiernos del PRI y del PAN a la cual se opusieron las organizaciones sociales de la región. En su última campaña por la presidencia Andrés Manuel López Obrador, “bendijo” el proyecto interoceánico al incorporarlo en sus planes de gobierno. El desarrollo del CIIT (corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec) no tiene casi oposición, ya que los anteriores opositores fueron maiceados con cargos en el gobierno y candidaturas, salvo algunas comunidades afectadas.
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