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Ángel Toledo el compositor eterno

Ángel Toledo el compositor eterno

Gerardo Valdivieso Parada

Juchitán, Oax.- Ángel Toledo Matus nació el 2 de octubre de 1953 en Juchitán en un ambiente campesino, su padre Tomás Toledo lo mandaba al campo a arriar el ganado y cuidar su labor, esa estancia de la niñez marcó la mayoría de sus canciones en donde se añora el pueblo y el regreso de la ciudad y cuyas letras alcanzaron la cima de la poesía.

A la par de su creación poética se formó y laboró eficientemente como ingeniero arquitecto egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la Ciudad de México, para luego regresar a su añorado pueblo natal, en dónde persisten todavía sus obras materiales como el primer edifico de cuatro plantas que sobrevivió al sismo de 2017.

Su obra musical persiste y parece eterna, como en la canción con que ganó el primer Festival de la Canción Indígena Oaxaqueña, realizado en el Teatro “Macedonio Alcalá” y que dedicó al escritor Andrés Henestrosa: “Huave mi hermano”, dónde alude a su origen ikoots y juega con el nombre de su primer libro “Los hombres que dispersó la danza” cuando menciona en la canción en un arranque poético: “Y de ese sueño que nadie duerme, tal vez su espíritu volverá, donde la raza nace cantando, vive danzando su eternidad”.

Sus canciones están hechas de sus vivencias y de la vida de otros, como en la canción mencionada en dónde recuerda a un mozo de la familia de origen huave, con quién realizaba las labores del campo, dejado por su familia en Juchitán para que sobreviviera sirviendo a otros moriría joven después en un accidente.

Hay en la mayoría de sus creaciones inconformidad y reclamo, como la canción más conocida de él Daguya Xpinu’ “regresa paisano al pueblo”, dónde denuncia la fuga de los jóvenes a formarse profesionalmente en las grandes ciudades, en dónde encuentran empleo y acomodo y residen para volver sólo de vacaciones.

“El campo sería tu suerte si te quedaras allá en el pueblo” inicia la pieza para luego recrear la añoranza de la vida en el campo tan abandonado por las nuevas generaciones, en su momento al darse a conocer su creación más conocida e interpretada actualmente por jóvenes trovadores, varios de su círculo familiar se sintieron aludidos.

“Sicarú cheu’” (adiós) popularizado por su hermano el cantante Felipe Toledo, a quién acompaña en el requinto en varios de sus primeros discos, habla otra vez de la despedida del terruño, de las lágrimas de la madre y de la joven pareja y la reconvención de no olvidar el origen, ésta canción se agrega a las muchas canciones de los compositores zapotecos sobre el abandono forzado de su casa y su pueblo, como en “Juchitán querido” de Demetrio López o “Ranchu Gubiña” de Herminio Ruiz Martínez.

Como hombre sensible le indignan las injusticias, como lo acaecido a uno de sus seres más queridos por lo que compuso “Bi’cu’ yuuba’” (perro rabioso), en dónde incluso fue acusado judicialmente pero sin sustento pues, aunque cita hasta el modo de andar del que fue objeto de su escarnio, no menciona nombres.

“Rosa Pina” es un poema, una elegía a la muerte de una de las más famosas taberneras de Juchitán, testimonio de la existencia de nuestras gueishas zapotecas ya casi extintas poseedoras del hablar pícaro y ocurrente, en dónde el compositor de Cheguigo la hace volar.

Al ganar un concurso de canción en Juchitán se hizo acreedor a un viaje a el Zwischen Velt Festival, en Berlín, Alemania, en dónde interpretó su canción ganadora “Angelito”, canción que la mayoría cree que está dedicado a un hijo fallecido sino dedicado a él mismo, al niño que fue.

Participó con entusiasmo, como muchos juchitecos, en la revuelta popular de la COCEI, de ahí su canción “Viva la revolución”, pero también se decepcionó después, queda para la posteridad la canción en zapoteco en donde señala a los políticos en las marchas y los mítines con guirnaldas de flores “de pies a cabeza” siempre mintiendo.

No se puede soslayar que a la par de su inspiración poética desarrolló a plenitud su labor profesional, al proyectar hace cuarenta años el primer edificio de cuatro plantas que no sufrió daño con el terremoto de 2017,  llamado “Pulinaria” en honor a la abuela del empresario Oscar Cazorla, quien le encargó también la construcción de su salón de fiestas.

Por iniciativa del empresario Edilberto Aragón trazó y diseñó el fraccionamiento Reforma, fue perito valuador del sistema bancario, amigo del arquitecto Lorenzo Carrasco se encargó de construir sus proyectos arquitectónicos como escuelas, clínicas, centros de cultura e incluso su casa en Juchitán.

A la vez que cumplía como profesional, “herido por la palabra” también se entregó a la embriagues al que sucumbía por largas temporadas, del cual se levantaba para abstenerse por periodos suficientes para recobrar la salud, un 30 de junio cayó para no levantarse.

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