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NOTAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC (*)

NOTAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC (*)

Por: Alberto Guerrero Ochoa

El presente trabajo responde al interés de investigar fenómenos sociales que tienen implicaciones psiquiátricas y culturales. El estilo de vida en la cultura zapoteca del Istmo de Oaxaca ofrece la oportunidad de acercarse a un estilo de vivir la sexualidad y de establecer relaciones familiares distintas al convencionalmente establecido para las sociedades occidentales.

Empíricamente, la homosexualidad masculina ha sido señalada como peculiarmente frecuente en la región del Istmo de Oaxaca y especialmente en una de las comunidades urbanas más importantes: Juchitán.

A pesar de que esta apreciación sea regularmente expresada por la misma población como por sus visitantes, en el sentido estricto no es posible fundamentarla por la ausencia de estadísticas derivadas de encuestas amplias, que de cualquier manera cuantificarían la conducta homosexual pero no la disposición psicológica a relacionarse íntimamente con personas del mismo sexo.

La frecuencia de la homosexualidad tendría una importancia secundaria ya que el hecho más destacado es la actitud de la sociedad ante ella; hablaremos de una sociedad que es peculiarmente per misiva y no punitiva ante la homosexualidad, el afeminamiento y el transvestismo.

La discusión sobre la ubicación del comportamiento homosexual dentro de las patologías mentales tiene una importancia relativa; la conducta por sí misma no es patológica, empieza a serlo cuando es vivida por cada sujeto como especialmente conflictiva e indeseable y por último, individualmente, será el producto, como toda expresión sexual, de las influencias familiares, vivenciales y culturales que concluirán en una vida displacentera con relaciones interpersonales poco gratificante o una vida feliz en un marco de integración social.

El esquema que ubica a la homosexualidad como una expresión más libre, revolucionaria y creativa(1) dentro de una sociedad que impone un modelo hegemónico patriarcal, falocrático, fundamentado por una normatividad puritana nutrida de la tradición judeocristiana, aporta elementos de juicio que limitan el análisis porque pecan del etnocentrismo que critican y dejan de lado las influencias culturales específicas y las motivaciones personales, que también cuentan.

De acuerdo con Kinsey, la homosexualidad masculina es un fenómeno común (1/3 de hombres adultos en E. U. han tenido por lo menos una experiencia homosexual); lo que le dá una trascendencia particular es la actitud de la sociedad, desde la desaprobación severa (castigo con pena de muerte) hasta la aceptación que tolera con un tono de burla y ridiculización, esto último consignado según Endleman(2) en un 11% de sociedades estudiadas en un análisis transcultural.

En culturas tradicionales se ha identificado el rol “berdache”; se refiere a homosexualidad masculina institucionalizada, un hombre-mujer, biológicamente masculino trabaja en ocupaciones restringidas a las mujeres y viste como mujer.

No en todas las sociedades se considera homosexual al hombre que tiene relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, puede ser parte de ritos de iniciación a la vida adulta como una experiencia que masculiniza. En el Norte de África, las relaciones homosexuales son preferentes en los hombres solteros que modifican su afinidad hacia la mujer con la que se casan.

Se podría hablar de un tipo de homosexualidad clásica, la ocurrida en la Grecia Antigua, ejemplo de sexualidad con involucramiento afectivo intenso, el “amor a los muchachos” un tipo de relación en donde un hombre maduro, culto y sensible, proteje, educa y apoya a un joven adolescente; sin embargo se desprecia y condena el afeminamiento en los hombres.(3)

A partir del sigio XIX surge el término homosexualidad y más tarde la identidad homosexual, existiendo ahora el movimiento gay, producto típico de las sociedades urbanas altamente industrializadas del mundo occidental.

El psicoanálisis, a pesar de las limitaciones propias de su etnocentrismo y posición ahistórica, aporta las explicaciones más elaboradas sobre el proceso individual de la elección de objeto homosexual. (4)

Se describe a la familia “formadora” de homosexuales como la integrada por una madre sobreprotectora, dominante, frígida y puritana que selecciona a un hijo varón para establecer una relación intensamente estrecha, es seductora y lo utiliza como su confidente; hacia su esposo se muestra hostil, lo minimiza, entorpece la relación padre-hijo y se muestra punitiva y restrictiva ante las expresiones de sexualidad del niño, desalentando su masculinidad y favoreciendo las actitudes femeninas. Evita la autoafirmación e independencia infantilizando al adolescente. El padre es distante y hostil, inepto para rescatar al hijo de una madre patológicamente sobreprotectora.

El resultado es un hijo con sentimientos incestuosos hacia la madre, con la que presenta una fijación y una identificación intensa. Se acerca a ella negando su masculinidad. Hacia el padre siente temor y odio, tiende a someterse a otros hombres en una relación en donde se dá un erotismo oral y un sadismo intenso. Existe una necesidad patológica de conquistar, someter y agradar al hombre.

En las últimas dos décadas, han aparecido estudios antropológicos sobre la cultura zapoteca del Istmo haciéndose énfasis en el papel de la mujer y en el proceso de participación política del pueblo. Sin embargo, se sabe poco sobre el comportamiento en el campo de la sexualidad y sobre su transcurso histórico. A priori, se puede plantear que el estilo de vivir la sexualidad era diferente antes que después de la colonia; en el siglo XVI ya se anotaban diversos vocablos para mencionar comportamientos sexuales.(**)

La presencia del catolicismo influyó para la estructuración de una ideología represora de la homosexualidad, a la que llamó antinatural y perversa, pecado nefando (5); en Oaxaca se anotaba preocupación por este tipo de “contagio” entre los idólatras. Este tipo de ideología fue el dominante, sin embargo no en todas las regiones alcanzó la misma penetración. El Zapoteco del Istmo denota una constancia en el mantenimiento de los elementos que integran su identidad. Existe una presencia actual de su historia, una memoria de su trayectoria como pueblo y una idea clara del cómo se imaginan y piensan como pueblo.(6)

En la vida cotidiana de la familia istmeña zapoteca, la mujer tiene un estilo de vida alejado de la norma de las sociedades occidentales. Las mujeres se dedican la mayor parte de su tiempo al comercio en pequeña escala, venden productos en el mercado o por las calles, se muestran con iniciativa e incluso agresividad en esta tarea. Tienen una influencia significativa en el equilibrio económico de la familia.

Como mujeres gozan de prestigio social(7), no se devalúan ni admiten ser menospreciadas, evidencían seguridad y autoconfianza. No participan en el poder político pero hacen notar su influencia dentro de la familia. Su sola imagen es suficiente para hacer patente su presencia dominante; corpulentas, portan el vestido regional como insignia de su jerarquia, su vestido de gala es tal vez el más suntuoso y ostentoso del país y sin duda el que se usa con más frecuencia en sus espacios típicos: el mercado y las velas; en éstas, sobresalen con sus danzas en donde la pareja masculina no es indispensable. Las mujeres como grupo mantienen una gran cohesión, comunicándose en zapoteco no es fácil que alguien extraño se integre; el relevo de capacidad de trabajo se hace gradualmente a través de las hijas que desde pequeñas participan como socias de la madre, y después, de la suegra. Los hombres homosexuales pueden ser también integrantes de este ámbito laboral. El homosexual, además de las labores domésticas, comerciales y artísticas, puede ocupar un puesto de jerarquía y tradicional: shaman, brujo o curandero.

El homosexual suele ser considerado por su madre como “el mejor de los hijos”, es empeñoso en sus trabajos, su rendimiento sosocial es satisfactorio y para sus padres será el más útil pues no los dejará para irse con una esposa.

El homosexual típico, llamado mushé ó mampo, se muestra afeminado, viste prendas de mujer, en casos aislados practica el transvestismo con ropa regional, es éste el homosexual socialmente reconocido como tal, expresión de la homosexualidad institucionalizada o cruzamiento genérico, que no es visto como un problema social, no se asocia a actividades delictivas ni con alcoholismo o farmacodependencia de manera más importante que cualquier otromiembro de la comunidad.

Los homosexuales no son reprimidos ni relegados a ghettos, tampoco se han organizado como grupos con demandas propias a través de movilizaciones políticas.

No son habituales las relaciones homosexuales estables de pareja o que reproduzcan el modelo heterosexual de relación conyugal permanente.

En las diversas etapas del desarrollo se pueden dar momentos específicos en donde aparecen diversos estímulos ó señales para identificar a un niño o muchacho como potencialmente homosexual.

Al nacimiento, en una familia en donde las expectativas del sexo del producto estaban dirigidas a esperar niña, por la ausencia o escasez de ellas en ese núcleo, por la necesidad de más ayuda femenina etc., puede ocurrir que la madre, la partera ó las tías comenten en tono informal y jocoso que el recién nacido niño será mushé.

Durante la etapa escolar empieza a crearse un estigma alrededor del niño prehomosexual, es acercado al grupo de las muchachas quienes estimulan lo femenino (le enseñan a pintarse, por ejemplo) pasean con él, van al mercado. Su forma de caminar, de hablar, las actitudes exageradas ó histriónicas para expresarse empiezan a corresponder al señalamiento social. Por ejemplo si carga una canasta sobre la cabeza será considerado femenino y si lo hace con la mano, masculino.

El padre no se muestra satisfecho por este comportamiento pero lo acepta como irremediable. La madre por su parte se ve gratificada por este hijo que le ayuda más que los demás; con él se muestra consentidora y protectora ante la rivalización de sus otros hijos que se muestran inconformes con los privilegios del niño prehomosexual, reaccionan ridiculizándolo y subrayando el afeminamiento.

Un mecanismo disparador del apego intenso madre-hijo puede ser alguna enfermedad grave del segundo, a través del cuidado selectivo necesario a lo largo de una enfermedad severa y de larga evolución, se establecerá un vínculo estrecho en donde el niño responde al cuidado materno con mayor cooperación en las labores maternas.

En la adolescencia, el muchacho tendrá oportunidad de rechazar las expectativas que la familia ha elaborado alrededor de él ó asumirlas socialmente. Las opciones serán iniciar una relación heterosexual temprana por medio del “robo” de una muchacha o acercarse a los homosexuales manifiestos e iniciar actividades laborales marcadas como femeninas (labores domésticas, meseros, cantineros, recientemente en salones de belleza, además de mostrarse aptos para labores manuales artísticas: adornos de fiestas, arreglos florales etc. Como fenómeno reciente señalado por Macario Matus, el acceso a centros de Estudios Superiores, actividades intelectuales.

Las experiencias heterosexuales en general están sancionadas socialmente si son prematrimoniales; si se llevan a cabo se espera que también sean normadas culturalmente garantizando el arreglo entre las familias de los muchachos(6), Actualmente las relaciones prematrimoniales son más frecuentes pero no por eso se ha dejado de cumplir con los rituales para iniciar una relación de pareja estable. Las relaciones homosexuales son una alternativa más accesible para los adolescentes; invitados por los homosexuales manifiestos, pueden incluso conseguir ventajas económicas.

Los homosexuales no son considerados amistades inadecuadas para los hijos varones, algunas madres pueden incluso estimularlas buscando postergar la relación heterosexual estable que implica el distanciamiento afectivo y especialmente económico de sus hijos. En los hombres casados se dan las “fugas homosexuales”; ocasionalmente se pueden relacionar sexualmente con homosexuales manifiestos, discreta y frecuentemente en episodios de consumo intenso de alcohol.

Existe un ambiente permisivo hacia la homosexualidad, en las conversaciones masculinas se encuentran presentes invitaciones veladas a la actividad homosexual a través de palabras de doble sentido; en círculos de amigos se llega a observar el rozamiento discreto del pantalón a nivel de los genitales como un saludo. A veces puede revelarse la actividad homosexual como una presunción machista admitiendo sólo la participación activa en el acto.

El tipo de homosexualidad descrita en el Istmo de Oaxaca muestra un ambiente propicio para que individualmente pueda ser asumida plenamente, siendo así egosintónica y en sentido estricto “no patológica”. Por otra parte se observan conductas neuróticas asociadas a las homosexuales: promiscuidad, histrionismo y afeminamiento. Tratando de alejarse de posiciones moralistas, la promiscuidad conlleva una pobreza en la relación interpersonal al hacerse fortuita disociada de involucramiento afectivo. El histrionismo: mostrarse exagerado en expresiones emotivas, buscar llamar la atención de los demás y caricaturizar el comportamiento femenino, hace evidente la inmadurez emotiva y el conflicto de identidad sexual.

La presencia del rol berdache o mushé no señala necesariamente liberalidad sexual, también puede ser un prototipo rígido para ubicar la conducta homosexual, la cual de cualquier manera no está restringida al homosexual manifiesto, el medio social no sólo es permisivo hacia la homosexualidad sino también participativo.

El estudio transcultural de la homosexualidad cuestiona la “patogenicidad” de las familias de los hombres homosexuales, las características de las madres del Istmo tienen un impacto saludable en los hijos, favorecen la participación colectiva, el respeto a la mujer, la autonomía y la independencia económica. Por último la cuestión de la relación entre homosexualidad y soledad o infelicidad, especialmente después de la mediana edad debe ser respondida por cada hombre homosexual individualmente.

(*) Para la elaboración de este trabajo, realizado a fines de 1987 fue de gran utilidad tener acceso al estudio inédito de Macario Matus sobre sexualidad en el Istmo de Oaxaca.

(**) Vocabulario Castellano-Zapoteco – Anónimo, Siglo XVI

Reimpresión del Ayuntamiento Popular de Juchitán, Oaxaca.

Publicado originalmente por la Junta Colombiana de México con motivo de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América (1893):

Hombre; no austero ni vano — Nabeelachi, nageelachi

Mujer–Beniconnaa; benegonaa

Hombre amujerado — Nagueebenigona, nacalachicicabenigonaa

Mujer varonil — Benigonaanaguielachi

Puto sodomita Beniricaalezaaniguio, beniriyoterichebenigonaa

Puto que hace de mujer — Benibiraaze: benibizegonaa

BIBLIOGRAFIA

1- Nicolas Jean.- La Cuestión Homosexual. Ed. Fontamara 1982 p 47

2- Endleman Robert.- Homosexuality in Tribal Societies. Transcultural Psychiatric Research Review Vol XXIII. 3. 1986

3- Foucault Michel – Historia de la Sexualidad Vol. 2 Ed. S. XXI p 186

4- Bieber Irving – Homosexualidad. Un Estudio Psicoanalítico. Ed. Pax. México. 1984

5- Ortega Sergio, De la Santidad a la Perversión. Ed Grijalbo 1985 p. 263

6- Aubague Laurent – Discurso político, utopía y memoria popular en Juchitán. IISUABJO 1985 p 74

7- Chiñas Beverly.- The Isthmus zapot cs women’s roles in cultural context. 1973 IMP.

Tomado de la revista El Medio Milenio 1989. Alberto Guerrero Ochoa es psiquiatra experto en esquizofrenia y psicosis.

Foto de Graciela Iturbide

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