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Realizan labradas de cera dedicadas a San Vicente Ferrer

Realizan labradas de cera dedicadas a San Vicente Ferrer

Gerardo Valdivieso Parada

Juchitán, Oax.- Este sábado con la labrada de cera dedicada al santo patrón San Vicente Ferrer lado Sur, inician las festividades de las velas del año 2024, que no solamente se limitan a las velas y convites de flores en mayo sino a otras ceremonias previas. La sociedad del lado norte lo realizará el próximo 20 de enero.

La ceremonia de la labrada que se realiza previo a la realización de la vela, es una práctica ancestral de recoger apoyos del pueblo para realizar todas festividades del santo desde la regada de frutas hasta el llamado baile de gala o la vela.

Una costumbre que ha decaído porque con la llegada de las cerveceras que al principio sufragaban los costos de los conjuntos musicales, y hasta regalaban cervezas, se perdió la dependencia de las sociedades de la solidaridad del pueblo.

La labrada de cera no era una pachanga más, era un ceremonial con un estricto protocolo, desde el inicio con la parada de la enramada encargada a los hombres -ahora se contrata la colocación de un stand- hasta a la hora del desayuno, ya estaba escogido un encargado que con una cubeta de agua pasaba frente a cada uno de los que brindaban el tequio para lavarse las manos, el desayuno se disfrutaba parado, servido por las mujeres bajo las ordenes de las “guzana”.

En la mañana mujeres solteras, adolescentes, ataviadas con el traje regional, generalmente de rabona, acudían a las casas a ofrecer la leche del santo, que era un ofrecimiento simbólico, los panecillos y la ánfora de leche muy pocas veces se consumen.

Existía un especie de competencia entre las muchachas, de cual recaudaba más dinero para el santo, se diría que gracias a su encanto de pedir o por su belleza o por su parentesco con las familias de su rumbo a donde iba.

Desde la madrugada dos músicos de ejecutaba la flauta de carrizo y el tambor de madera de parche, en vez del conjunto musical, se tocaban las piezas rituales. Con esos sencillos instrumentos, se tocaban una cronología de sones heredados de los antepasados, que se pasaban de maestros a alumnos, que referían a la naturaleza y a las costumbres.

Los sones tenían nombres de animales como beedxe’ (tigre), bigoze gui’xhi’ (zanate), guchachi reza (iguana rajada), bere xhiga (chachalaca, bigu (tortuga). Sones rituales de elaborada estructura musical como gudó’ binidxaba guetagú (comió el diablo el tamal), xpi’cu’ binnidxaba (perro del diablo), telayú (amanecer),

Las dedicadas a ciertos momentos del ritual: nisi riga nu barriga (estómago vacío) que era cuando los músicos pedían el alimento, xmale guzina (la comadre en la cocina), son caja niziaba (son del tambor) y una larga lista de sones, algunos ya perdidos.

Como al mediodía, antes de que el sol arrecie su fuerza, las jóvenes llegan a la mesa de la sociedad para dejar lo recaudado, los integrantes de la sociedad hacen las sumas y dan el informe de cuánto se recaudó.

En todo el día una persona encargada, elabora las velas que servirán para llevar a la iglesia al final de la regada, víspera a la misa en el templo, los pabilos que cuelgan de un aro de bejuco se bañan de cera liquida hasta que tomen el grosor necesario.

El punto culminante de la festividad es cuando los socios de la vela se ponen de acuerdo para repartirse las velas, luego cuando cada quien toma la vela que le corresponde recorren la pista en círculos, como para refrendar la antigua cofradía que conforman y que los vinculan alrededor del santo patrón.

Para este año dos sociedades de la vela San Vicente escindidas del lado sur al realizar sus labradas de cera y venta de la leche, una lo realizó en diciembre, han incorporado a jóvenes varones en el recorrido como una apertura a otros géneros, incluido los muxes.

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