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Las batallas aeronavales en el Pacífico

Las batallas aeronavales en el Pacífico

Gerardo Valdivieso Parada

En una charla el poeta José Emilio Pacheco mencionó la que fue la primera batalla aeronaval en la historia: el bombardeo por parte de un aeroplano de la Revolución contra un buque del ejército de Victoriano Huerta en marzo de 1914, antes de la Primera Guerra Mundial que estalló cuatro meses después: en julio de ese mismo año.

El buque bombardeado fue el cañonero Guerrero que junto con el Morelos que pretendían hundir al cañonero Tampico, que resistía estacionado frente al puerto de Topolobampo en el Golfo de California en el litoral del Pacífico y a cargo del capitán Hilario Rodríguez Malpica, que junto con su tripulación se había unido recientemente a las fuerzas del general Álvaro Obregón.

El biplano a cargo del capitán Gustavo Salinas bombardeó al Guerrero inútilmente, pues el buque huertista logró hundir al Tampico lo que llevó a su capitán al suicidio el 16 de junio de 1916. Pacheco dijo con sorna que este bombardeo desde una nave a un buque de guerra ha quedado como el primer combate aeronaval de la historia, aunque el capitán Gustavo Salinas no haya atinado ni un solo proyectil al buque enemigo, dato que que provocó la hilaridad del público presente.

Con el mismo ánimo de burla, mi maestra de primaria había mencionado al Escuadrón Aéreo de Pelea 201 que había sido entrenado para atacar a las fuerzas imperiales niponas, también en el Frente de Guerra del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Según ella a medio camino el batallón de aviones con pilotos mexicanos se regresó porque la guerra ya había acabado, sin que los mexicanos dispararan una solo proyectil. Todos rieron de la supuesta frustración del escuadrón mexicano al no entrar en combate.

La maestra no sabía o no nos quiso decir que el escuadrón no sólo entró en batalla con los japoneses sino incluso perdió a varios de sus hombres. Durante el verano de 1945, el Escuadrón 201 bombardeó y ametralló posiciones japonesas, vehículos en convoy y emplazamientos de artillería en Filipinas y Formosa, siendo el único contingente armado en la historia de México que ha combatido en el extranjero. Cinco pilotos del escuadrón murieron: uno fue derribado, otro se estrelló en combate y tres se quedaron sin combustible durante misiones y murieron en el mar, y otros tres murieron en accidentes durante el entrenamiento.

Los mexicanos muertos y los sobrevivientes fueron reconocidos por su valor. Entre ellos estaba un piloto juchiteco, el subteniente Herminio Sánchez Luis “Miniu Mundu”, patriarca de la familia Sánchez Ulloa cuya casa se encuentra en la Quinta Sección.

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