Antonio Santos Cisneros, la conciencia indígena de Tehuantepec
A 8 años del deceso del escritor, promotor del diidxazá y compositor zapoteco
Gerardo Valdivieso Parada
TEHUANTEPEC, Oax.- En el camino hacia Tehuantepec, de un largo e inútil regreso de juicio en donde gastó lo que quedaba de su antigua riqueza, la mayoría confiscada por la corona española, el último rey de los zapotecas Josijopí muere sin llegar nunca a ver por última vez la capital de su reino. Ese debería ser el día más aciago y más recordado por los tehuanos, me dijo Antonio Santos Cisneros en la puerta de su casa después de una entrevista, ese era el argumento de la obra de teatro en la que estaba trabajando cuya finalidad era recordarle a los tehuanos, que se ufanan de su abolengo español pero olvidan su pasado indígena, que Tehuantepec antes que ciudad colonial fue capital del reino zapoteca.
Días antes de la entrevista era yo asignado por el extinto periódico independiente Tiempo del Istmo como corresponsal en Tehuantepec, unos amigos me habían comentado que la voz más crítica y respetada era la de Antonio Santos Cisneros. “No sé cómo señor tan inteligente, tan amante de la cultura fue a nacer en Tehuantepec, un pueblo de necios, que han tirado al balde de la basura su lengua y su historia” decía uno de ellos, no sé si en serio o en broma. El aniversario luctuoso de Carlos Iribarren Sierra fue el pretexto para irlo a entrevistar, llamé a su casa, “cualquier día que usted guste, me habla un día antes y con gusto platicamos” me contestó una voz suave.
Me dio las indicaciones para llegar a su casa en el Barrio de Santa María Reoloteca, barrio de músicos y compositores, como Andrés Gutiérrez “Ndre sa’a” el arreglista de la Sandunga, el mismo compositor Iribarren Sierra. Barrio prehispánico residencia de los nobles, en ella residieron una comunidad de la nobleza azteca, en donde pudo residir incluso el último de soberano zapoteca. Barrio de anécdotas como la de un hombre adinerado que en el siglo pasado solía contratar a un grupo de músicos que le tocaban los antiguos sones mientras se bañaba en el río.
El barrio de Reu’ como le dicen en zapoteco, en donde pasó su niñez el General Heliodoro Charis Castro, que según Justino Regalado Martín conocido en Juchitán como Tinu Naciu, me contó que Charis fue el apodo que le fue adosado a la madre del general cuando le preguntaban “paraá cheu” y que la mujer siempre respondía cha Reu, “de ahí le quedó lo de Charis al general, lo de Castro quién sabe dónde lo fue recoger” me dijo ufano el anciano empresario.
En ese barrio vive, el anciano ladrillero que aún se dedica a su oficio el que combina con el estudio de la lengua zapoteca de Tehuantepec, de su pasado, de sus costumbres, de su música, de su memoria que trata de rescatar como un desesperado, con la misma desesperación de un marino que trata de asirse del poco oro del enorme tesoro de un barco que se hunde estrepitosamente.
Antonio Santos Cisneros es un hombre menudo, delgado, de mediana estatura, livianamente encorvado por el peso de los años, las manos le cuelgan cuando camina, siempre mantiene una sonrisa, y cuando recorre las calles de su pueblo lo identifica su pequeño sombrero.
Compositor de “Costumbres Istmeñas” y de innumerables sones antiguos que les ha puesto letra para poder mantenerlos en la memoria popular como la del pez espada. Es otro Eustaquio Jiménez Girón tehuano, aquél que le llamaban el portalira zapoteca, porque no se despegaba de su guitarra, pero con él también llevaba sus escritos, un diccionario zapoteco español y un cancionero, los que nadie quiso publicar por más que recorrió todos los pasillos gubernamentales y que al final un particular: Justino Regalado se lo imprimió respetando su puño y letra. Ese mismo amor por la cultura zapoteca y esa perseverancia alimenta el espíritu de Santos Cisneros, que sigue luchando por preservar la cultura de Tehuantepec.
Lo que sigue es un pequeño fragmento de la trascripción de una entrevista sobre Carlos Iribarren Sierra.
Gerado Valdivieso.- ¿Cómo influyó Carlos Iribarren Sierra en usted, como compositor?
Antonio Santos.- Él me motivó porque él siempre estaba preocupado por la lengua zapoteca, por la historia de los zapotecas, él era el único que cuando había desfile, su esposa también era profesora, sacaban el desfile y la abanderada era una tehuana, siempre, siempre; en las actividades, en las comedias en la escuela siempre sacaba cosas de Tehuantepec. No me acuerdo en que año vino Pepe Guízar, él presentó una obra musical en donde todas estaban vestidas de tehuana, muy bonito. Ese fue siempre su preocupación.
En los fines de año, sacaba él una esquela en la que imprimía un saludo en zapoteco, un deseo para el año nuevo, no faltaba algún dicho en zapoteco. Esto último influyó en mí, porque estaba yo en la casa de mi suegro, al ir a dejarle a mi suegro la tarjetita, a mí me regalaba una, entre los que yo tuve venía un dicho que decía:
“Naa la? nananda’ nananda, naa nda’ nanda’ Na Nanda”
De esa clase de dichos venían; y decía en otra, hablaba de un personaje de aquí de Santa María que le decían Ta Re’nchu, dicen que Ta Re’nchu tomaba mucho las copas y un día estaba tomando y le dijo a una “tía Jñe susigaadelu’ naa chupa bexu” y ésta le contestó “biaa na? Ta Re’nchu gulé nisadxuni ca lulu’”; “ya tia ma chindéni lua’“ le contestó él; alpasar el tiempo Ta Re’nchuseguía tomando lo vuelve a versu tía: “Ta Re’nchu de yanna nga cayeelu’ biaa pa dri nga qui ganda cue’lu’ nisadxuni ca lulu’” y lecontestó Ta Re’nchu: “ay tia ma gulé ni luá’ ma guluaani rua’”.
Así era Don Carlos, esa clase de cosas escribía, pero siempre escribía en los periódicos, en las revistas, él fundó la revista Guie Ngola que él publicó muchísimo y muchísimas cosas de Tehuantepec. Por eso pienso que cuando yo empecé a hacer mi investigación por causa de una canción que hice que se llama Costumbres Istmeñas, entonces necesitaba yo información sobre nuestras costumbres, era yo bastante joven todavía estamos hablando del 60. Entonces empecé a investigar; por ahí ya con lo poco que comunicó Don Carlos a través de sus tarjetitas con eso ya estaba con ideas, y así empecé a trabajar.
Otro de los aportes importantes de Don Carlos es la recopilación de sones antiguos, letras, letras que él construyó que él completó en donde ya no pudo encontrar los datos, aparte de las que él hizo con el maestro Margarito Guzmán, Margarito Guzmán hacía la música y él la letra. Entre los rescató hay una que en Juchitán han utilizado mucho con otras letras, aquí se llamaba en ese tiempo “Juan Bidxaa” porque se narra ahí la historia de ese personaje, pero allá lo hicieron, creo, “La Paisanita” y luego parece que “La Ixhuateca” que le puso Henestrosa; pero aquí en Tehuantepec era Juan Bidxaa esa pieza de música, él publicó la letra de esa música no a partir de lo aquellos hicieron él ya lo había hecho desde mucho antes, como la letra de “Primé ca bibixhi bote” que compusieron cuando la inundación del 44 aquí en Tehuantepec que se cayó el puente, la historia de esa balsa que hicieron y que en el primer intento, como lo lanzaron vacío, vino una ola grande y lo volteó, fue el tema de aquellos músicos de hacer inmediatamente hacer una letra, apenas se volteó la balsa luego, luego le hicieron una música, parece que el autor fue Aniceto Gutiérrez. Todo eso lo sabemos porque él lo publicó, gracias a que lo publicó en las revistas y en los periódicos, siempre escribía en los periódicos, por eso para nosotros Don Carlos Iribarren dejó un gran legado en donde consultamos cuando necesitamos algo.
Cuando Víctor de la Cruz y Macario Matus empezaron su trabajo, venían de Juchitán a platicar con Carlos Iribarren porque en ese tiempo, me imaginó, que era muy escasa la información de libros y Don Carlos tenía, por ejemplo, el vocabulario en Zapoteco de Juan de Córdova, la historia de Oaxaca del padre Gay, y estos hombres venían, como ahora vienen muchas gentes a platicar conmigo, como cuando se inicia Celso Villalobos en esto, a base de pláticas empezamos a hacer la traducción del vocabulario de Fray Juan de Córdova.
Ahora que recuerdo cómo era Don Carlos, veo su tenacidad. Aquí hay una fiesta en donde se canta el son Xquipi, pues a Don Carlos lo recuerdo cantando el son Xquipi, pero ya no en esa forma de juego que es el son Xquipi de reir, él lo cantaba dando a conocer la vida de los zapotecas, de Josijopí, de la Princesa Donají y todo eso. En el canto que él hizo, tan grande era su pensamiento, participó en un concurso estatal con un grupo: Folklor de Tehuantepec en donde ganaron el primer lugar y se fueron al nacional en México, ahí obtuvieron el tercer lugar, por ahí tengo el cuadro en donde ganaron con la Banda Princesa Donaji.
La Universidad Nacional Autónoma de México realizó una grabación en donde aparece él y Eustaquio Jiménez ahí canta él Juan Bidxaa y Tonka Yaaga; el disco tiene tres grabaciones de Carlos Irribaren de un lado y del otro las de Eustaquio Jiménez. En todos los aspectos hizo algo, rescató cuentos, canciones ya ahora me doy cuenta que él me motivó mucho.
GV.- ¿En qué está trabajando ahora?
AS.- Estamos trabajando en los rescates, de la música, de los sones, yo ya he hecho algunos, por ejemplo el son del pescado. Cómo podemos mantener en la voz del pueblo estas historias, hice una letra de la historia de ese son. Se dice que en salina Cruz sólo era un lugar de pesca, no era un pueblo, la gente de Tehuantepec iba a pescar ahí, en ese lugar veían un pez grande que lo atarrallaban pero rompía la tarralla porque era grande y muy hábil. Varios los habían atarrallado pero no lo pescaban, hasta que un día se pusieron todos de acuerdo y fueron una noche oscura y lo rodearon, esto lo puedes ver en el son del pescado. Actualmente esto se está perdiendo, he platicado con los señores pescadores de Santa Cruz y les pregunto ¿por qué han dejado esta historia a un lado? En el son mientras el pescado anda bailando ellos andan atarrallando por allá a la gente pegándoles el plomo en la cabeza, mientras que ellos deberían estarle tirando la tarralla al pez, tirando sin atinarle, un simulacro y que el pez escapa. Eso es lo que se hacía antes, finalmente todas las tarrallas deben caer sobre el pez, así es como termina el son y así mismo como termina la historia cuando varias tarrallas le cayeron al pez y ya no pudo romperlos. Eso es lo que yo cuento en la letra del son del pescado. Es lo mismo con la letra del son de los cocos, ahí esto diciendo como se realiza y que es lo que se hace al final de la fiesta y así voy haciendo letras.
Rescaté un son viejísimo que ya no se tocaba a penas ahora lo empiezan a tocar, un son que se llama Son Pisishi; me dije ¿cómo hago para que este son se pueda cantar y esté en el pueblo? Y me acordé de la inundación del 44 esas gentes ahí se inundaron por eso dice (canta):
“Guira tu lagunadiaaga chegunda’
ti diidxa’ Pisishi lu diidxazá,
che tiidxe’ laatu’ shi gu’ca’
dxi cayuuya ca binni guiigu’ cadxá.
Cuxhoye Ta Chenchu
cuxhoñe Na Genia
cuyubi ca binni paneza icá,
ma calahua bi’cu’
ma calahua bihui,
calahua ca binni situ biga.”
Santo Domingo Tehuantepec, 2007
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