LOS MUSHES DE ANTAÑO.
Por: Ana Beatriz Muñoz Valdivieso.
Hace varias décadas, los mushes vestían como hombres, eran finos y elegantes. Como Falo, quien vivió en la calle 5 de septiembre de esta ciudad, se dedico al adornos de los carros alegóricos, para las regadas de las fiestas de mayo en Juchitán, aun recuerdo su enorme patio, con un gran tamarindo y una casona vieja de tejabana. Era guapo, rubio alto, delicado y fino. Respetado por la sociedad juchiteca, murió y no dejó herederos. También recuerdo a Mario Antonio, vivió en la prolongación Guerrero, este sí fue muy peleonero, se defendía con sus chicas, ante las autoridades Municipales, elaboraba ricos pasteles y adornos para las fiestas. Cada año le celebraba su fiesta a San Martin Caballero, era alto, güero. Por la primera sección, en las principales esquinas, había una cantina, y eran los mushes, quienes atendían esos lugares, o por lo menos en una refresqueria, así se llamaban también, siempre eran atendidos por estos galanes. Eran muy amigos de las famosas taberneras de Juchitán. Los mushes eran el alma de las fiestas, siempre alegres, contando chistes, alegrando el corazón de la comunidad, que se divertía y eran bien aceptados por l a sociedad. Respetaban las costumbres y las tradiciones se la sociedad juchiteca, sabían muy bien cual era su lugar. Nunca utilizaron el traje regional de las mujeres, mucho menos utilizarían los baños de las damas. Respetaban en su momento su masculinidad, así como la sociedad respetaba, sus preferencias sexuales. Eran queridos y respetados por el pueblo juchiteco. Aportaron sus talentos artísticos, fueron compañeros de fiesta, de trabajo que se ganaron el respeto de todos. Desde aquí un saludo hasta el cielo.
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