HOMENAJE A JOSÉ F. GÓMEZ
Macario Matus
Quien estudie la vida, la trayectoria política e ideología de José F. Gómez (1849 – 1911) en periódicos, archivos históricos y libros de la época pasada y actual, encontrará la pasión de un hombre comprometido con su pueblo, el pueblo de Juchitán, Oaxaca.
José F. Gómez, Ché Gómez, tal como lo recuerda el pueblo, ocupó importantes cargos públicos que lo relacionaron con múltiples personajes del tiempo porfiriano, y sobre todo cultivó la amistad de Francisco I. Madero, a quien siguió en los ideales revolucionarios.
Un día, Ché Gómez se opuso a los caprichos de un gobernador del estado de Oaxaca, ¡Oh paradoja!, hijo del Benemérito de las Américas, que llevó el nombre de Benito Juárez Maza, quien pretendía imponer como jefe político a Enrique León, un hombre ajeno a los intereses del pueblo juchiteco.
Tal imposición obligó una protesta general de la comunidad, y se pidió a Ché Gómez, licenciado y hombre público, que defendiera los derechos pisoteados por Juárez Maza. El licenciado Gómez aceptó conducir a los juchitecos por las vías legales; pero aquella actitud lo llevó al sacrificio de ofrendar su vida a la causa revolucionaria.
El gobernador del estado de Oaxaca, por mezquindades personales, y cegado por la soberbia del poder, estuvo contra el pueblo y en consecuencia contra Ché Gómez. En ese entonces, Juárez Maza, para consumar sus insanos propósitos, desobedeció las órdenes del gobierno federal, es decir, de Madero, quien había dado un salvoconducto a Ché Gómez para dirigirse a México con el objeto de aclarar la matanza de cuatrocientos muertos y miles de heridos el 2 de noviembre de 1911 en Juchitán. No hace falta señalar que aquella página cruenta en la historia del pueblo fue fraguada por Juárez Maza, que realizó una estrategia política muy sucia, que culminó con el asesinato de Ché Gómez en el rancho Barrancón, un lugar cercano a Matías Romero.
El trasfondo de todo fue la posición del gobernador Juárez Maza en contra de un pueblo indefenso y cansado de las arbitrariedades de gente extraña a sus más caros anhelos, a su destino social y económico. El sacrificio de Ché Gómez fue el inicio de actos similares en Juchitán a lo largo de los años posteriores.
El día en que Ché Gómez se levantó en armas.
Versión de Juan (Tista) Cerqueda (Fragmento)
Cuando ocurrió la lluvia de cenizas (erupción de un volcán en Guatemala) en el año de 1901, yo tenía diez años.
Y para el año de 1910 ya habíamos ido con los maderistas; anduvimos con el coronel Ochoa. Lo del Ché Gómez ocurrió en 1911.
El Ché Gómez era licenciado y tuvo su gente; muchos de nosotros muy jóvenes. En el río nos daban clases para pelear, pues no sabíamos nada de esas cosas de los militares. Bueno, es que los militares eran muy cabrones. En aquel entonces le decían jefe político, no juez, al que dominaba la justicia, y fue por eso que se levantaron y sucedieron las cosas.
Los del gobierno querían que ocupara el puesto un extraño y Ché Gómez pedía que lo fuera una gente de nuestro pueblo, porque son de nuestra sangre. En eso estaban y peleaban por la política, y cuando las cosas ocurrieron con mayores resultados; ya la gente en gran cantidad acudía a su casa; se le acercaban.
Había un general Merodio. Este hombre estaba en cuartel y había dicho que se iba a otro lugar. Después llegó otro militar de nombre Sozaya, enviado por el gobierno, quien ocupó el cuartel. En la casa de Ché Gómez había mucha gente. Cuando las cosas empeoraron se decidió la fecha de ataque; el coronel Sozaya dijo: “Por qué no permites que se alejen un poco del cuartel, pues mis soldados tienen mucho miedo, sienten mucho calor”; en fin, le dijo cosas. Lo que quería era que la gente se alejara del cuartel para poder abrir troneras dentro del cuartel. Es decir, para separarse y atrincherarse mejor. Aunque los juchitecos eran en mayor número no tenían con qué pelear; estaban desarmados. Algunos de los soldados se instalaron en las torres de la iglesia.
El Ché Gómez accedió a la petición del coronel Sozaya y abrió su gente en muchas direcciones; pero una vez que los militares tuvieron mayor campo de acción desde el cuartel y posesionados de la iglesia, tronaron las descargas que obligaron a replegarse a los juchitecos; en la puerta de la iglesia, donde ahora está la escuela (ahora Casa de la Cultura), allí cayó un paisano nuestro, de aquí de Cheguigo, le decían Ne Stama (René), quien vestía una chaqueta que confundió a los juchitecos creyendo que era militar. Allí lo mataron.
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