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Javier Castellanos el gran señor del rayo de la novela zapoteca cumple 75 años

Javier Castellanos el gran señor del rayo de la novela zapoteca cumple 75 años

Gerardo Valdivieso Parada

No sé cuándo lo conocí o me lo presentaron, pero hace más de veinte años ya iba a la ciudad de Oaxaca a visitarlo en su programa de radio que tenía en la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión. En el programa que era bilingüe lo acompañaba su esposa, recuerdo que era muy aficionado a poner música del juchiteco Luis Sánchez “Vieju Lucuxu”. De un agudo pensamiento crítico, Javier Castellanos es una persona afable, sencilla en el vestir, siempre de guaraches, con su pelo ya escaso pero revuelto y su barba tupida. Las veces que hemos coincidido en los últimos años han sido en los encuentros de escritores, en donde siempre encontramos la ocasión de escaparnos a tomarnos unas cervezas. En una ocasión en un encuentro en un hotel de cinco estrellas de la ciudad México (en los tiempos en que el gobierno nos consentía), salimos ya muy noche por algo más de beber y los bares cercanos estaban cerrando y ya no nos daban servicio. En una esquina un hombre ofrecía el servicio de taxi a gritos, el poeta de Yojovi quiso tomar el servicio para ir a otro lugar que estuviera abierto en aquella urbe monstruosa, hervidero de bares, a lo que le aconsejé no subir porque aquella unidad estaba ahí para asaltar a los incautos, aunque ya estábamos algo animados por lo que ya habíamos consumido, nos regresamos resignados a nuestro hotel, resistiéndonos todavía al impulso de seguir la jarra en aquella ciudad deslumbrante que llama a la aventura hasta el amanecer, que bien hicimos porque quién sabe en qué punto nos hubieran bolseado y aventado por esas calles de Dios y del Diablo.

El que juzgue a don Javier Castellanos por su tamaño se equivoca, no sólo ha ganado muchos premios por sus novelas, baste mencionar a dos: el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA)  en la FIL de Guadalajara inaugurado por él y el premio Nezahualcoyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas, sino también su gran aporte al rescate de su lengua materna en su comunidad de la sierra al crear un alfabeto y por supuesto animar y proveer materiales para que esta se siga hablando y escribiendo, como la de organizar obras de teatro para niños. En su faceta de músico ha traducido y compuesto canciones en su lengua materna además de animar la creación bandas de aliento en su región. Me ha dado un enorme gusto ver una publicación en redes en donde aparece tañendo la guitarra, cantando, tomando mezcal, a sus 75 años pareciera que no pasan los años por él, como si estuviera hecho del antiguo material que mantiene a los hombres grandes del pasado que vivían cien años.

De la biblioteca de la poeta Irma Pineda, leí su primera novela y la primera novela en lengua zapoteca, Wila che be ze Ihao / Cantares de los vientos primerizos y después Gaa ka Chhaka ka ki / Relación de hazañas del hijo Relámpago, de una prosa sencilla, entretenida pero profunda en el relato de los avatares de sus personajes como el entrañable Guzio y sus grandes aventuras. Dice Ricardo Garibay que todos los géneros de la poesía al cuento la novela es la más difícil de escribir, tal vez por eso él sigue siendo el único que escribe novela en las lenguas de nuestros pueblos. Lo que habla de su templanza y su tenacidad desde que salió del pueblo muy joven para trabajar como obrero o empleado en la ciudad de Oaxaca luego México, y ya grande terminar su estudio secundario y medio superior e incluso ya casado haber cursado dos semestres en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, lo que bastó para ser un intelectual de primera pues al leer sus ensayos están sustentadas en un bagaje de extensas lecturas.

Aunque ha pasado varios años sin vernos y decirnos salud, siempre ha habido ocasión de discutir en la redes, porque sería muy aburrido que estuviéramos de acuerdo en todo. Desde que leí en mi adolescencia un artículo de él en la revista Medio Milenio, que se imprimía en la imprenta de mi padre, me sorprendió y admiró y me sigue admirando el oro del pensamiento de este gran genio de la cultura zapoteca, que el destino me llegó a conocer y abrazar. Desde la distancia brindo por su cumpleaños, deseo que nos dure más años y ojalá el destino nos acerque al algún otro futuro encuentro.

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