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LAS VACACIONES DE VERANO

LAS VACACIONES DE VERANO

POR: Ana Beatriz Muñoz Valdivieso. Aún recuerdo las vacaciones de verano, en juchitan, a mediados de los años 80. Los amigos y conocidos, niños aún, se encontraban de casualidad para jugar a la familia, eran más frecuente con las niñas, sin embargo algunos niños se integraban, con tal de comer lo que cada miembro extraía de la cocina de su casa. Otros más elaboraban papalote, el mejor y el que volará más alto sería distinguido por la comunidad. También eran tiempos de jugar canicas, trompo, llenar estampillas o intercambiarlas, para lograr un premio en la tienda de don Ramón. A otros niños, les gustaba ir a nadar al río de las nutrias, donde se la pasaban gran rato de la mañana, la pesca también era una diversión. Aún recuerdo que en ese río existieron los llamados pozitos, donde extraiamos agua para beber, pequeños manantiales donde podíamos extraer rica y deliciosa agua fresca. Otra de las actividades de los chiquillos de ese tiempo, era el ir a la casa de la cultura, cuando su entrada estaba en la calle empedrada de la calle 5 de mayo, entre Juarez y Belisario Dominguez. Al entrar aún recuerdo a un enorme sillón de madera y una mesa enorme, quien siempre estaba por algún lugar del recinto era el extinto don Macario Matus, me gustaban unas sillas de madera tejillas, muy bellas, que después las vi si no mal recuerdo en un restaurante de esta ciudad. Pues quienes les gustaba leer cuentos, utilizaban este recinto para hacerlo. El enorme patio nos encantaba, el correr por los enormes corredores, sin que nadie nos dijera nada era maravilloso, aún cuando entraba de adulta a ese recinto, sentía la misma paz que en mí niñez. No se si mi memoria no me falla, estuvo expuesta el cráneo de juarez. Y muchas piezas de gran valía. Eran otros tiempos. Cuando los niños éramos libres, no había malicia entre nosotros. Los adultos disimulaba muy bien sus conflictos. Aún no existía la cocei, quien vino a cambiar el panorama juchiteco. O los niños no lo percibimos. Esas vacaciones de verano, eran también largas convivencias en algún lugar, en algún patio, en alguna cocina donde la madre guisaba con más calma, sin el ajetreo de l día a día en clases. Todo era calma en este lugar bendito, donde los que éramos niños, hoy ya muchos somos abuelos y recordamos con amor, este tiempo de verano de nuestra niñez.

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