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Bidxáa

Bidxáa

Edaena Sáynes Vásquez

Bidxáa en Juchitán, tonal en la Costa Chica o nahual en otras partes de México, son algunos de los nombres con los que se hace referencia a la relación compleja entre hombre y animal. El antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán nos refiere que entre los amuzgos el hombre toma su forma de nahual para ser protegido. López Austin, otro connotado antropólogo mexicano que ha analizado la relación hombre-animal, agrega que ambos seres están estrechamente vinculados puesto que el daño causado a uno repercute directamente en el otro. Prueba de ello es lo que nos cuentan aún nuestros viejos en Juchitán, de lo que le sucedió a una juchiteca. Después de que el esposo de ésta fue informado que ella por las noches se convertía en bidxáa éste dudoso aún la sigue y, al comprobar que así era, hiere con un machete al bidxáa en el que su esposa se convierte. A la mañana siguiente, la esposa en forma humana portaba un pañuelo que cubría una herida en el tobillo, en el mismo lugar donde el esposo había lastimado a su bidxáa. Al verse descubierta, le confiesa a su esposo que continuaría reuniéndose con los otros bidxáa pues era lo que más le satisfacía, aun cuando ello fuese en contra de la voluntad de su esposo.

Los bidxáa son vacas, perros, changos, lagartos aves enormes. Son misteriosos y obsesivos pues a pesar de las heridas que sufren y los peligros a los que se exponen, continúan reuniéndose en los ríos por las noches. Algunos incluso, como nos lo narra la tradición oral en Juchitán, vuelan a lugares lejanos y traen consigo objetos preciosos o pedazos de telas hermosas. Con ello prueban su visita a lugares remotos. Sus formas son angulares y persistentes.

Los bidxáa en forma humana observan estas características y están envueltos en un halo tenebroso, umbrío, indescifrable.

Desafortunadamente, la riqueza oral a través de la cual solíamos recibir las creencias en los espíritus, los conceptos sobre lo sobrenatural, la riqueza de nuestra fuerza espiritual se ha ido debilitando. Son cada vez menos los binnizá que aprenden, viven y disfrutan las creencias prehispánicas. Las historias de los bidxáa se están debilitando y, como dijera Rafael López Jiménez en su compilación de historias de nahuales de Jamiltepec, “estos tigres, zorros, lagartos (…) son de carne y hueso, están padeciendo las consecuencias del deterioro ambiental y de los cambios económicos y sociales…”.

En Juchitán también estamos experimentando cambios que han producido nuevos valores. Estos nuevos valores están desplazando los anteriores. Ello ha provocado el deterioro ambiental de los binnizá; es decir el deterioro tanto de lo natural, como el de lo sobrenatural.

Grabado de Cristian Pineda Flores

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