Baco
Para Martín, por su valor e inmensa alegría.
Gerardo Valdivieso Parada
Noche Primera
Se me acercó con un libro de Yukio Mishima en las manos y me habló con pasión de Confesiones de una máscara. Estaba ligeramente ebrio, se había tomado apenas unas copas de Vodca tónic, según me detalló después. Yo no había escuchado, hasta ese día, de Yukio Mishima y de ningún otro escritor japonés, no supe qué trataba de insinuarme al relacionar el libro y su vida, hasta que me puso la mano sobre la pierna. Ahora sé que Mishima era un escritor homosexual y Confesiones… su autobiografía. Al llegar al umbral del camino a mi casa trató de besarme. En la noche traté de recordar a mis compañeros de la secundaria, revisé las fotografías de aquella época: el adolescente regordete era él, a más de una década sin verlo, sólo conservaba su aspecto desaliñado.
Noche tercera
Coincidimos en una salida a la ciudad. Compramos los boletos juntos. Nuestros asientos uno a lado del otro. Esa noche estaba sobrio, increíblemente no pudo adquirir una botella de vodka en toda la ciudad, ni siquiera el del osito. Hablamos de la escuela, del grupo que conformamos, de los excompañeros, de los maestros. No intentó nada. Como había muchos asientos vacíos, se acostó sobre dos asientos ubicados delante del mío. Tiempo después le dije que esa noche fue su oportunidad de oro, porque alguien no cerró una ventana y pasé un frío espantoso.
Noche cuarta
Me llevó al cine que acostumbraba cuando venía a la ciudad: era el cine Teresa. Entré por pura curiosidad. El enorme cine estilo art decó era una cueva oscura, me di cuenta que sus ojos estaban acostumbrados a la oscuridad cuando me encaminó hacia un pasillo repleto de personas que se apretujaban. En esa confusión de muslos, de alientos, de olores corporales, condujo mi mano a su paquete para luego besarme.
Noche 15
Me habló por teléfono para decirme que venía a vivir a la ciudad.
Noche 60
Mientras mis compañeros con que rentaba el departamento dormían en el cuarto contiguo, se metió a mi cama e hicimos el amor. Tiempo después rentamos una casa que estaba cerca de mi escuela y a su trabajo.
Noche 65
Llegó Juliana a visitarme. Se portó en extremo amable con ella para luego dejarnos solos. No llegó tres días a casa.
Noche 70
Acostados uno encima del otro le reclamé su afición al alcohol y que siempre lo hiciera con copas encima: “dependes del alcohol para tener sexo, qué harías si un día se te acabara el vodka”, le dije. “No seas pendejo el alcohol no se acabará nunca y sin alcohol no hay pasión” me dijo mientras tenía una erección.
Noche 105
Salimos corriendo del Palacio Chino para alcanzar la última corrida del metro, entramos a un vagón vacío y hacemos el amor. Nos pasamos la estación que debíamos bajar. La policía nos escolta a la salida del metro: caminamos junto a vagabundos y una pareja de ciegos.
Noche 223
Me dice que no le importa que me vaya con Juliana a Monterrey con sus padres, agrega que de todas las especies las guacamayas son las más estúpidas, porque viven para siempre con una sola pareja.
Noche 544
Descubro en la madrugada que llora sobre la mesa de la cocina.
Noche 600
Ya no se mete bajo mis sábanas.
Noche 616
Me dice que al otro día atenderá un asunto familiar, que tendrá que regresar urgentemente al pueblo. El cuadro que siempre me gustó me lo regala.
Noches 638 Recibo un mensaje de su correo que dice: ya no me espere
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