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Un universo en el baúl de Roger Toledo

Un universo en el baúl de Roger Toledo

Con el baúl llegaron las costumbres que adoptaron los zapotecos de los españoles, como las cofradías (de cofre), antiguas sociedades que administraban el caudal de los santos patrones, antecedente de las grandiosas velas que se celebran sustentadas en las mayordomías. El baúl como mueble necesario para guardar no sólo la ropa sino lo más sagrado, se carga con mucha reverencia, envuelta en incienso y música, en el traslado de las cosas sagradas de una casa a otra, siendo en el pasado el mueble símbolo del pacto matrimonial que se entrega a la novia al segundo día de casados o se retira cuando el matrimonio se resquebraja.

A lo largo del tiempo el baúl ha cambiado de hacerse a golpe de hacha y uniendo sus junturas sin necesidad de clavos, ha pasado de las patas de tijera al tornado pasando por las diseñadas a golpe de hacha. Los primeros baúles fueron sobrios sin ningún agregado, hasta que tímidamente se empezaron a pintar sus bordes, luego se agregaron letras de nombres y apellidos de sus dueños, casi al mismo tiempo que el torno se agregaron espejos, figuras torneadas, pequeñas cajas. Se cree que sólo existen baúles para mujeres, pero hubo los baúles para señores, casi extintos son pequeños y sobrios. Fue en el baúl donde se estrenaron las flores del huipil pintadas, antes que cualquier diseñador o artista fueron los carpinteros y los ebanistas del baúl los que trasladaron las flores bordadas del traje a la pintura.

De esa tradición de la madera viene Roger Toledo, integrante de una familia carpinteros, él mismo es ebanista, además de arquitecto y dominar otras técnicas como la alfarería. Innovador, mientras otros intervienen paredes, el cuerpo desnudo y hasta en el traje regional, él ha decidido intervenir en el baúl. Su primer trabajo -de una serie que planea- recrea las ochos regiones del estado de Oaxaca a través de sus mujeres y su indumentaria tradicional, las une en torno a una diosa del mezcal, que se reparte generoso en la Guelaguetza o en el guendalisaa como se dice en zapoteco del istmo. Las mujeres oaxaqueñas departen, brindan con el líquido en donde se fusionan culturas desde el agave oaxaqueño hasta el alambique heredado de los árabes bereberes.

El mueble pintado por Roger es un universo con constelaciones, con los antiguos signos celestes con que se guían todavía los campesinos para medir el tiempo y los pescadores para guiarse en el mar. Una de las figuras pintadas por Roger podía ser esa antigua deidad que se le aparece al pescador solitario en una epifanía, podía ser una de sus hermosas hijas, porque además de profesional y artista, el pintor es un padre amoroso y consentidor que todo prodiga a su familia.

¿Qué podría albergar el baúl pintado por Roger Toledo? Tal vez cosas valiosas e íntimas, recuerdos, puede encerrar un alma y mantenerse cerrado por toda la eternidad, porque dicen las abuelas que el baúl debe estar hermético siempre, porque si se le deja abierto por su boca puede evaporarse la buena suerte, la fortuna, el oro del tiempo que se conserva en él.

A la lejanía de donde va, este mueble símbolo de la cultura istmeña, aterrizará más allá los océanos en unas preciosas manos cuya dueña podrá admirar esta obra de arte y depositar en él sus tesoros.

Gerardo Valdivieso Parada

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