El General Charis pervivirá en el chiste, la anécdota, el mito, la leyenda
Lo que llaman ahora las redes sociales fueron para nosotros las historias, los chistes, las anécdotas, que escuchábamos en las pláticas de nuestros mayores en los patios de las casas, en los tequios, convivios, entre nosotros los niños en las tardes noches en las banquetas, en las esquinas de los solares. Entre esas historias había una gran cantidad sobre el general Charis, no podía faltar alguna, aunque fuera repetida siempre nos entretenía y nos hacía reir. Las anécdotas eran sobre el general y sus soldados, sobre su casi nulo español, sobre sus propias órdenes militares en zapoteco, pero sobre todo de las confusiones y salidas chuscas del general. Como cuando se le ordenó que su tropa istmeña, compuesta por hombres de varios pueblos zapotecos y huaves, hablarán en español, pero sin mediar un curso previo, por lo que a la orden inmediata de hablarlo como podían se unió el mismo general, que al día siguiente no encontrando sus guaraches un soldado le pregunta en su nueva lengua impuesta:
- Si cuyubus mis general
- Cuyubes mis guelaguidis
O las órdenes marciales de lado machete y lado morral. El castigo capital de los tecos: la de usar botas militares, las confusiones con el nombre de las partes del rifle y la novatez del general sobre como conducirse en la ciudad imitando a los demás, como cuando queriendo pedir pollo pidió “lo mismo”.
Una sola anécdota era tratada de diferente de manera por cada narrador, de tal manera que uno no se aburría de escuchar las mismas historias contadas con un toque diferente. Rememoro ahora a mi ti Lucía Valdivieso Alias, priista de hueso colorado hasta su muerte, que orgullosa de ser del partido verde contaba a su manera lo del tren que venía “demorado”. La respuesta del general en su relato era de orgullo y triunfo si el tren venía “de morado” el general por supuesto exigió que el tren entonces viniera de verde.
Así conocimos de niños al general como fuente de diversión, sin saberlo nos burlábamos de nuestra propia condición de ignorantes del mundo urbano de sus reglas y modales.
Al saber un poco más de historia de libros acuciosos sobre su biografía como las de Víctor de la Cruz o Gualberto Iván Luna Jiménez, se entiende el por qué y el origen de algunos chistes que fueron creados exprofeso para ridiculizar al militar exitoso, sobre todo de sus enemigos. Varios de ellos comparan al general Francisco Luis Castillo “Chicu Dxiña” del bando rojo con Charis del partido verde. Sus historias de vida son totalmente diferentes, mientras Charis, no tuvo siquiera cerca de una escuela su rival fue a una escuela privada, trabajó en una imprenta, en el libro de Luna Jiménez se menciona que Charis trabajó en el ferrocarril en Ixtepec. Ambos entraron jóvenes a la lucha armada en bandos opuestos, mientras el joven Heliodoro siguió a su padre y a su tío con Che Gómez, Francisco se unió a los voluntarios al gobierno para combatir a los rebeldes. La vida los llevó a combatir al carrancismo y luego a adherirse al Plan de Agua Prieta. Por su educación Chicu Dxiña fue un gran orador, por eso se pone al general junto a él copiándole su español. Sin embargo del militar de Xadani no se conocen sus hazañas militares, al final se quedó en la ciudad de México en donde desempeñó cargos burocráticos, mientras nuestro personaje regresó al terruño e hizo los que todos ya sabemos, aún en el chiste que lo exhibe como analfabeto sigue siendo el personaje central como es en la historia de nuestro Istmo.
Algunos chistes que lo denigran, distan de lo que fue el general en la vida práctica, además de su don de mando y valor, explotó al máximo los saberes que tuvo a mano, si es cierto que en su mocedad logró trabajar en el ferrocarril, se entiende que este transporte lo haya aprovechado al máximo, sobre todo cuando controló amplias zonas del país que él apenas conocía, además del auxilio de sus ayudantes, sus decisiones estaban basadas en su conocimiento de los tiempos de traslado y arreglo de vías, para llegar antes que los enemigos.
En su biografía de de la Cruz le reprocha haberse aliado con sus antiguos enemigos rojos, pero Luna Jiménez lo justifica, cuando Charis se hace presidente municipal en 1935 y el general Lázaro Cárdenas le pone como condición que concilie al pueblo y deje atrás las antiguas afrentas entre ambos bandos para recibir su apoyo. El general hace muy bien el trabajo de la reconciliación y tal vez en su ser indígena atávico, procedió como los antiguos para consolidar alianzas: se casó con la joven princesa del bando enemigo.
En este libro “Anécdotas del famoso General Charis” de Guillermo Altamirano Conde, descubro una de las cualidades que le abrieron paso en su vida militar y política: su simpatía, su sonrisa, la que se verifica en las historias contadas en donde elogia de forma ocurrente y sale al paso con un buen humor a los sucesos, pero también en la foto en la que abraza al presidente Adolfo Ruiz Cortines, en donde se le ve una transformación del rostro del serio militar a una sonrisa contagiosa y franca.
Es de celebrar la cuarta edición de este libro en la que se pueden leer aportes bibliográficos, personajes a los que sirvió y fueron allegados del general, las fotos invaluables en la vida adulta de nuestro personaje, que sigue engrandeciéndolo no sólo en el mito sino como hombre de leyenda.
Gerardo Valdivieso Parada
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