Defender lo nuestro: la voz de Irma Pineda por el patrimonio cultural de los pueblos originarios
Desde hace años, Oaxaca ha sido epicentro de una riqueza cultural inigualable, pero también, lamentablemente, blanco de apropiaciones indebidas. Como poeta zapoteca, mujer indígena y diputada federal, Irma Pineda Santiago conoce en carne propia lo que significa que el arte, el lenguaje y la cosmovisión de nuestros pueblos sean usados sin respeto, sin permiso y sin beneficio para quienes los han conservado durante generaciones.
México es un país profundamente diverso. Más de 7 millones de personas hablan una lengua indígena, casi 2.6 millones se reconocen como afromexicanas, y existen 68 pueblos indígenas reconocidos por el INEGI. Sin embargo, durante mucho tiempo, ese mosaico cultural ha sido ignorado por las leyes, por el mercado y por la política.
“Durante décadas, empresas —sobre todo del ámbito de la moda— han tomado los diseños, textiles, símbolos y bordados de nuestras comunidades, los han reproducido sin permiso y los han vendido como mercancía de lujo, sin otorgar ningún crédito ni retribución a quienes los crearon”, señala Irma Pineda. Es por eso que la aprobación de la Ley General de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas fue un paso fundamental, al establecer por primera vez en la ley un mecanismo para reconocer, proteger y defender este legado.
Dicha ley contempla la creación del Registro Nacional del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, que debe ser operado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). Sin embargo, hasta hoy, ese registro aún no ha entrado en funciones conforme lo indica la legislación.
Aunque el INPI cuenta con un Catálogo Nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, el cual identifica datos fundamentales de cada pueblo —como su lengua, territorio, herencia cultural y formas de organización—, Irma Pineda advierte que esta herramienta, por sí sola, no es suficiente. La información publicada es general y superficial; no permite registrar ni validar, de manera específica y rigurosa, las expresiones culturales de cada comunidad.
“Necesitamos que ese Registro funcione, y que lo haga bien: con participación directa de los pueblos, con expertos reales en patrimonio, con legitimidad y cuidado”, subraya Pineda Santiago. En este sentido, hace un llamado directo al INPI para que ponga en marcha, sin más demora, los mecanismos necesarios para que dicho Registro opere como lo mandata la ley.
La protección del patrimonio cultural no se trata de derechos colectivos solamente; es una forma de garantizar justicia histórica, de dar voz a los pueblos que han sido silenciados, y de evitar que lo que es sagrado se convierta en mercancía.
“Este trabajo no es solo por Oaxaca, es por todos los pueblos que quieren seguir llamando suyo lo que durante siglos han creado con sabiduría, con identidad, con dignidad”, concluye Irma Pineda.
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