Con la exposición “Eso no es todo… ¡Falta Víctor Yodo!” conmemoran 47 años de la desaparición forzada del líder campesino
Juchitán, Oax.- La exposición “Eso no es todo… ¡Falta Víctor Yodo!” reúne fotografías que familiares y amigos del desaparecido político Víctor Pineda Henestrosa tenían guardadas y con motivo de esta exposición salen a la luz mostrando sus distintas facetas, como la de ser una estrella del beisbol regional.
Héctor Pineda Santiago que no cumplía dos años cuando su padre fue desaparecido, muestra una foto en donde su padre es cargado en hombros luego de un partido de beisbol, en la instantánea también aparece su abuelo Antonio Santiago Jiménez “ta Toño Cándida”, una fotografía invaluable guardada por medio siglo.
También se expondrá objetos que pertenecieron al luchador social, como unos guantes y una bola de beisbol, como uno de los objetos más entrañables de esta exposición que se inaugurará este viernes 11 de julio a las 4:30 de la tarde, en la nueva Sala de Memoria, Verdad y Justicia Lucina Henestrosa “China Yodo” en la biblioteca popular “Víctor Yodo” en la Séptima Sección.
Y es que Víctor Pineda Henestrosa “Víctor Yodo” está presente todavía en los juchitecos, sobre todo en la Séptima Sección en donde se le recuerda como el gran beisbolista, pero sobre todo como el líder decidido que no admitía ningún abuso hacia los más necesitados.
Hijo modelo, ejemplo de amigo sincero y fiel, joven valiente y comprometido con las causas de los suyos, así es recordado por los vecinos, por los que lo conocieron. Por eso en las entrevistas no pueden eludir las comparaciones “tan diferente a los que quedan hoy: rateros, sinvergüenzas, cínicos, traidores, ricos a costa de la lucha del pueblo. Si viviera Víctor Yodo todo sería diferente, él no hubiera permitido la traición”.
Por eso las grandes movilizaciones para exigir su presentación apenas desaparecido, los que lo vieron por última vez constataron que fueron soldados del 11º Batallón del Ejército Mexicano destacamentado en Ixtepec y al mando del coronel Juan Poblano Silva, los que se lo llevaron en pleno centro de la ciudad a dos cuadras del Palacio Municipal el 11 de julio de 1978.
Sus familiares más cercanos: su madre Lucina Henestrosa y su esposa Cándida Santiago, habían encabezado los plantones y las huelgas de hambre enfrente de la Catedral de Oaxaca, y en el edificio de la ONU en la Ciudad de México para exigirle al gobierno la presentación con vida del luchador social.
Su madre y esposa tuvieron que afrontar con coraje el desamparo de serle arrancado su ser querido, el sostén de su casa, el compañero de vida, los hijos: Irma de cuatro años y Héctor de poco más de un año sufrieron un golpe que dejó sin habla a la primera y enfermo al más chico.
Días de angustia, meses de desesperación sufrieron las mujeres que aún con el apoyo de los vecinos y sobre todo la solidaridad popular que las sostenía en público, lloraban en la soledad; y aún a tantas décadas, a tantas reuniones, antesalas, mesas de diálogo, viajes a los tribunales, promesas incumplidas, ante tanto olvido de los antiguos compañeros de lucha, los ojos de Na cándida no secan y hasta el reportero se apena de escudriñar en la herida que no cierra.
Lucina Henestrosa “Na China” ante una búsqueda desesperada e infructuosa murió de tristeza. Su desamparo, su delgada fragilidad la refleja la famosa foto que le tomara Graciela Iturbide sosteniendo la foto del hijo, en luto permanente, en una esquina de tristeza, prisionera en su dolor.
Un año después de su desaparición y ante el mutismo del Estado se presentó el caso ante el Ministerio Público que integró la averiguación previa 388/1979, desde entonces la oficialidad no ha dado una respuesta en la que acepte su responsabilidad en el secuestro del profesor ni su paradero, ni una versión aceptable de su situación.
Como la que se le dio a la familia en 1992 cuando la Comisión Nacional de Derechos Humanos, órgano en aquel entonces dependiente del Ejecutivo Federal, argumentó que Víctor Pineda Henestrosa había muerto calcinado en su vehículo, luego de sufrir un accidente por manejar en exceso de velocidad, como prueba se presentaron unos huesos óseos que no se comprobó que eran del luchador social.
Cuando el caso fue cerrado por el Gobierno, en ese mismo año la Comisión Magisterial de Derechos Humanos (Comadh), organismo auxiliar de la Sección 22 del SNTE, retomó el caso y en 1994 lo remitió a la Fiscalía Especial para Asuntos Magisteriales (FEPAM) instancia que inició las averiguaciones previas y estaba presentando avances importantes a pesar de haber transcurrido muchos años. Sin embargo, en el 2007 el fiscal Mayolo Coronel, presuntamente por presiones del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, dictó el no ejercicio de acción penal y cerró el caso.
Desde 1997 los familiares continuaron exigiendo pero ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (organismo de la Organización de los Estados Americanos), la presentación con vida del profesor hasta que en el 2001 el gobierno mexicano aceptó la competencia de la CIDH para conocer el caso y ofreció su colaboración a la familia a fin de alcanzar una solución amistosa.
En el 2002 se firmó un documento para buscar una solución amistosa con el gobierno mexicano. En esa solución amistosa el Estado representado por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la Coordinadora General de Derechos Humanos del gobierno de Oaxaca, se comprometieron a realizar las investigaciones para dar con el paradero de Víctor Pineda Henestrosa, así como la identificación de los autores intelectuales y materiales de su secuestro y desaparición.
Ante la clara intención de alargar las cosas y llevar al cierre del caso por parte del gobierno, desde el 2012 la familia elevó su demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Para los familiares como los hermanos Irma y Héctor Pineda Santiago la apuesta de los gobierno pasados es que el nombre de Víctor Yodo sea olvidado, bajo el argumento de “que han pasado muchos años” pretende deshacerse de su obligación de investigar lo que realmente hizo el pasado régimen con el líder coceísta y aceptar la participación del Ejército en su desaparición.
A 47 años de su desaparición sus familiares siguen exigiendo verdad y justicia sobre el paradero del dirigente de la COCEI, cuyos expedientes han sido concentrados en la Fiscalía General de la República (FGR) que se encarga del caso, informó su hija Irma Pineda Santiago.
Durante el sexenio pasado confiaron que con la apertura de los archivos del ejército a la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia que busca esclarecer las violaciones graves a los derechos humanos cometidas entre 1965 a 1990, se lograra saber el paradero de Víctor Pineda Henestrosa, pero se toparon con la inacción de la FGR.
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