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Desaparecidos juchitecos por la guerra sucia

Desaparecidos juchitecos por la guerra sucia

En el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas

Gerardo Valdivieso Parada

Juchitán, Oax.- “De yoo lii la? biche’” (¿eres de Juchitán? hermano) le dijo una voz y R sintió el alivio más grande de su vida, esposado, desnudo, en un cuarto frío y húmedo, vio un hilillo de esperanza que lo llevaría a salir de aquel lugar en donde estuvo tres días, ahora lo sabe, cuando estuvo desaparecido no supo del tiempo, ni pudo contar los días.

R tenía entonces 20 años y estudiaba en la Escuela Normal Rural “Lázaro Cárdenas del Río” en Tenería en el Estado de México, eran los últimos años de la década de los 70, hervía en las normales rurales un ambiente político revolucionario, en donde prevalecía la ideología comunista.

R leía vorazmente los textos de Lenin, Marx, el Libro Rojo de Mao, y era un apasionado orador en los congresos estudiantiles convocados por la legendaria Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), el día de su detención llevaba en su mochila revistas de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

La detención se dio en la ciudad de México y fue recluido en un edificio ubicado en la Plaza de Tlaxcoaque que se derrumbó en el temblor de 1985, un centro de detención de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPD).

La DIPD era una división fundada por el jefe policiaco del DF, Arturo Durazo Moreno, la formaban miembros de la Brigada No 15, más conocida como el “Grupo Jaguar”, que capturaba guerrilleros y hacía rondines en los bancos y zonas residenciales que dirigía Francisco Sahagún Vaca.

Ese día habían asaltado un banco en Polanco y la policía había hecho varias detenciones, en esa época las organizaciones políticas clandestinas asaltaban bancos para financiarse, por lo que las cachetadas y la interrogación estaban dirigidas hacia ese tenor, recuerda R.

Lo recluyeron en un sótano, le ordenaron desvestirse, el cuarto húmedo estaba iluminado y silencioso, R recuerda que sólo oía el “tic, tic, tic” de las gotas cayendo. Aunque lo habían detenido varias veces en esa ocasión sintió que ya no iba a salir vivo del lugar.

Habían esculcado su mochila en la que encontraron una pistola, unos chacos y una postal en la que aparecía la foto de su novia, ahora su esposa, recuerda aún la cita romántica que le escribió al reverso: “si mi sangre fuera tinta, mi corazón sincero… y no recuerdo que más. ‘Sangre es lo que vas a ver ahorita hijo de…’ me dijeron”.

Un integrante del círculo cercano de Sahagún Vaca era su paisano de Juchitán, que se enteró que estaba recluido y fue a verlo, R no quiso dar su nombre “aún vive” dice. “Venía comiendo una mandarina, me preguntó si ya había comido, le dije que no, ya me dio un gajo” por llevar varias días sin comer le dijo que sólo succionara el jugo y no lo engullera.

Platicaron en zapoteco, le dio sus referencias, sus parientes, su familia, hasta que recibió la noticia que estaba esperando desde que lo vio entrar al cuarto inundado de agua: “ponte tu ropa, ya te vas a ir ahorita”.

El Caso de Víctor Yodo y desparecidos políticos de la COCEI

Otro juchiteco fue detenido en ese mismo año de 1978, aún no se sabe su paradero, los familiares de Víctor Pineda Henestrosa, desde el día de su desaparición no se han cansado de buscarlo, su madre Lucina Henestrosa López “Na China” se consumió en exigir su presentación con vida.

Ella junto con la esposa de Víctor Yodo, Cándida Santiago, fueron integrantes fundadoras de Eureka un grupo formado por madres de desaparecidos dirigido por Rosario Ibarria de Piedra, que ha anunciado la apertura de sus archivos ocultos.

Cándida Santiago recuerda que una copia de los expedientes de los desaparecidos fue entregado por Eureka a Carlos Gutiérrez Barrios ex jefe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y en ese entonces Secretario de Gobernación del presidente de la república Carlos Salinas de Gortari.

“Carlos Salinas nos dio una audiencia, luego nos mandó con Gobernación y ahí entregamos cajas de expedientes de los desaparecidos” recuerda la profesora que junto con Rosario Ibarra hicieron las primeras movilizaciones para exigir el paradero de los desparecidos en la época denominada “Guerra Sucia”.

Lucina Henestrosa participó en la primera huelga de hambre organizada por Eureka frente a la Catedral de la Ciudad de México en agosto de 1978 y siguió participando en las huegas de hambre los años sucesivos hasta que falleció exhausta y sin conocer el paradero de su hijo.

Desde 1978, año de la desaparición de Victor Yodo y fundación de Eureka, han pasado varios sexenios y ningún gobierno ha dado una respuesta satisfactoria del paradero del líder campesino de la COCEI.

Para Jesús Vicente Vásquez “Dormis”, desaparecido políticos por militares, la desaparición de Víctor Yodo, es uno de los casos más emblemáticos:

“Fue detenido por el ejército el 11 de julio de 1978 al mediodía, en el centro de Juchitán, un comando de Ixtepec lo secuestra y lo traslada con rumbos desconocido, probablemente estuvo recluido en el mismo batallón en Ixtepec, posiblemente lo trasladaron al campo militar número 1 en la ciudad de México o las instalaciones militares en Oaxaca, no se sabe” dijo el Dormis.

El único integrante de la COCEI que estuvo preso dos veces en el campo militar número 1 y logró su liberación fue el Mayor Leopoldo de Gyvés Pineda, una de sus estancias duró alrededor de tres años por violar la orden de no participar en eventos políticos.

Hubo varios casos de desaparecidos por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) -que se coordinaba con el ejército- en la que fueron asesinados, el caso más sonado es el de Rodrigo Carrasco López:

“Fue secuestrado y desaparecido también en el centro de la ciudad un 9 de octubre de 1981, posteriormente aparece muerto en un lugar cercano a la carretera que va de Juchitán a Ixtaltepec. Apareció ahorcado y con huellas de tortura. Durante varios días lo mantuvieron desaparecido. Quien participó en su secuestro y desaparición fue Víctor Jiménez López “Víctor Moro” agente y responsable de la DFS en Juchitán”.

Un segundo desparecido y luego asesinado fue Manuel Ortíz, que días antes de su secuestro fungió como representante del candidato de la COCEI a la presidencia municipal en 1984 Daniel López Nelio en la casilla establecida en El Calvario, “su cuerpo apareció a orillas de la carretera que va a La Ventosa”.

Durante una manifestación frente a la cárcel en Juchitán el 22 de Febrero de 1977 en donde se dio una masacre perpetrado por policías, fueron secuestrados, desparecidos y luego asesinados Víctor Pineda Vázquez, Héctor Velázquez Figueroa y Manuel López Salinas, sus cuerpos fueron hallados por Santa Cruz Bamba mutilados, torturados y con el tiro de gracia.

El mismo Dormis fue secuestrado y desaparecido en dos ocasiones, una en 1977 en la ciudad de Puebla junto con su hermano Saúl Vicente Vásquez; la otra en 1983 en la Ciudad de México en esa ocasión también fue secuestrada y desaparecida su esposa Bertha Alicia Ovalle Bustos.

El dirigente recuerda que en la segunda ocasión fue después de una manifestación frente a la Secretaría de Gobernación, para exigir la liberación de sus compañeros de la COCEI que habían sido detenidos durante el desalojo de los palacios municipales de Ixtepec y Juchitán.

Al salir de la Casa de Estudiantes de la colonia Nueva Santa María la comisión de coceístas que formaba parte, fue interceptado por vehículos con agentes de la DFS que los detienen y estuvieron desparecidos por varios días.

“Posteriormente algunos compañeros fueron liberados, a mí me trasladan en diciembre de 1983 esposado con los ojos vendados en un avión militar, custodiado por militares, aunque estaba vendado logré ver sujetos vestidos de militares en algún lugar, no lo sé, pudo ser alguna instalación militar”.

Militares de custodia lo trasladaron a la base aérea de Ixtepec y luego a la cárcel de Tehuantepec, todavía en condición de desaparecido hasta que gracias a las movilizaciones se dio a conocer su paradero manteniéndose recluido en el CERESO por tres años.

Otros coceistas que fueron desaparecidos pero aparecieron con vida fueron Sabino López Aquino, Juan López López y Alfredo Hernández.

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